Fotografía/ Jafet
Sorteando peligros en carreteras donde accidentes y condiciones extremas ponen a prueba su resistencia y compromiso con la Virgen de Guadalupe
En la penumbra de la madrugada, miles de peregrinos han comenzado su marcha hacia la Basílica de Guadalupe, un viaje que va más allá de la espiritualidad, convirtiéndose en una prueba física y de seguridad. Con el 12 de diciembre en el horizonte, día grande en honor a la Virgen de Guadalupe, las carreteras de México se llenan de creyentes que avanzan con fe y determinación.
Desde diversos puntos del país, los peregrinos se desplazan a pie, en bicicleta o en vehículos improvisados cargados de imágenes de la Virgen, flores y víveres. Sin embargo, el camino no está exento de peligros: accidentes, condiciones climáticas extremas y carreteras que, en ocasiones, no están preparadas para la avalancha de fieles que cada año emprenden este recorrido.
“El camino es largo y muchas veces complicado, pero es parte del sacrificio que hacemos para agradecerle a la Virgen,” afirma Pedro Hernández, quien viaja desde Veracruz con un grupo de 15 personas, incluyendo niños y adultos mayores. “Cada paso que damos es un acto de fe, aunque sabemos que no siempre es seguro.”
Los peregrinos que provienen del sur y sureste del país, como Chiapas, Oaxaca y Tabasco, enfrentan viajes particularmente arduos, cruzando montañas y soportando climas cambiantes. Las noches son frías y las mañanas, húmedas. Muchos optan por iniciar su travesía en la madrugada, cuando el tráfico es menor, pero esto también aumenta los riesgos en las oscuras carreteras.
El sacrificio no termina con la caminata. A lo largo del trayecto, los peregrinos deben organizarse para asegurar comida, descansos y atención para quienes se enferman o lastiman. “Siempre hay alguien que se queda atrás por una ampolla o por el cansancio, pero nadie se queda solo. Aquí todos somos como familia,” comparte una integrante de un grupo que avanza desde Puebla.
Sin embargo, el acto de fe también conlleva riesgos significativos. Este jueves, un grupo que regresaba a Chiapas tras cumplir una manda en la Basílica sufrió un grave accidente en la autopista México-Puebla. La camioneta en la que viajaban fue impactada por un tractocamión, dejando diez heridos, tres de ellos con lesiones graves.
“Es algo que tenemos presente,” dice Pedro. “En las carreteras, dependemos no solo de nuestra prudencia, sino también de la de los demás conductores. Es peligroso, pero la fe es más grande que el miedo.”
A medida que los peregrinos continúan su viaje, sus corazones laten al unísono con un propósito claro: llegar a la Basílica de Guadalupe y rendir homenaje a la Virgen Morena. En cada paso, en cada rezo, demuestran que la fe puede superar cualquier obstáculo, convirtiendo cada desafío en una oportunidad para fortalecer su compromiso espiritual. Las carreteras, a pesar de sus peligros, son testigos del fervor y la devoción de quienes marchan por un camino de esperanza.
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