
EL CONFESIONARIO
Ray Zubiri
“En el 2002 estábamos actuando en un colegio situado en un campo de refugiados en la frontera de Cisjordania y en la franja de Gaza en Eres. Y tres payasos que se estaban cambiando en un cuarto de escobas detrás del escenario mientras otros recortaban papeles de periódico porque se habían quedado sin confeti. De repente, el ejército Israelí empezó a bombardear y no sabían dónde esconderse. En medio del caos y del miedo absoluto, yo miré a través de la puerta y vi una imagen que cambió mi vida para siempre: 200 o 300 almas infantiles, de pie, aplaudiendo y cantando para mitigar el ruido de las bombas y así insuflar la valentía suficiente a los payasos porque para ellos su cotidianidad es el bombardeo, la falta de comida, etc, etc, pero que llegaran 3 payasos era algo mágico y no se querían mover aunque caían morteros en su propio campo de refugiados, ahí entendí la importancia de la alegría como herramienta para luchar por el mundo que queremos construir”.
Frio y con un nudo en la garganta me quede al escuchar esta anécdota que me conto Iván Prado de esas personas mágicas que te tocan el alma y que agradezco profundamente poder platicar con ellas en esta vida y que a pesar de ser considerado uno de los mayores exponentes actuales del circo solidario a nivel internacional, hoy nos comparte su historia como artista y activista.
El se ha presentado en escenarios como el colegio que acabamos de mencionar, así como en fábricas de municiones, en la guerra de Irak, las Favelas de Brasil, los Campamentos de refugiados en el Sáhara, las Comunidades Indígenas en Chiapas y los Campos de refugiados de Palestina.
“No es lo mismo hacer una gira por Alemania que hacerla en una Favela Complexo do Alemao en Rio de Janeiro, donde he visto al público de las favelas hacer filas por 2 o 3 horas para entrar al espectáculo y la gente celebraba cada acto, por fuera de la carpa caía una tromba de agua y yo no pare de llorar en esa hora y veinte donde vi un público tan hambriento de cultura, en esos lugares del mundo te das cuenta del valor real del arte, en donde la gente necesitamos esa comunicación, esa empatía, ese contando, esa magia, el circo es el mundo de la utopía, nosotros nos dedicamos a hacer que aquello que parece imposible se vuelva posible y lo que es posible se vuelva bello”.
Iván Prado, es actor, formador teatral, director de clown, pero, sobre todo, es un incansable defensor de los Derechos Humanos, actividad que le ha llevado a participar y a crear decenas de proyectos artísticos solidarios que van desde la fundación de la 1ª Comisión Civil Internacional de Observación de los Derechos Humanos en Chiapas hasta la creación del primer Festival Internacional de Clown en el mundo Árabe.
Gracias al empeño de Iván Prado y al enorme trabajo de la Asociación de Cooperación Internacional Pallasos en Rebeldía, el primer Festival Internacional de circo solidario en Palestina vio la luz por fin en septiembre de 2011 pese al hecho de que le detuvieran y expulsaran de Israel en 2010 por el delito de “llevar la risa al pueblo palestino armado con una nariz de payaso”
“El circo social es una bocanada de aire fresco‚ un arco iris después de la lluvia‚ una oportunidad de vivir la defensa de los Derechos Humanos desde la esperanza y la ilusión”.
Tras una acción contra el muro durante el 1er Festiclown Palestina, Iván, escribió: “De vuelta al checkpoint, cansados, llenos de polvo, sudando a mares pero plenos de satisfacción, un niño se cruza en nuestro camino y Patch Adams lo sube a su espalda con los globos en alto. La sombra dibujada en el muro adquiere relieve y la promesa de libertad empieza a caminar, el niño se marcha con docenas de globos que le regalamos -entre ellos esos que se construyen a base de sueños y utopías”.
En los últimos años, desde 2009, Prado ha impartido numerosos talleres de risoterapia y clown a comunidades palestinas. Una de ellas, formada por chicos jóvenes, los ‘Jenin boys’ motivó al director de Festiclown las siguientes palabras que integraron una de sus crónicas:
Uno de los mayores tesoros que he encontrado en este océano son las palabras de Abo Skha cuando he llegado por segunda vez para dirigirles. Le pregunté que qué quería de mí. La manera en la que podía ayudarles y sus palabras fueron brutales:
“Desde la última vez que viniste me siento mucho más seguro. He ganado confianza en mí mismo. Ahora no me da vergüenza ser estúpido y mostrar mi estupidez como payaso. Eso quiero, que me des confianza en el “show”. No sé lo que tienes que hacer, porque no sé cómo lo haces, pero sé que lo haces”.
En su trayectoria como risoterapeuta ha trabajado con mujeres de Yenín maltratadas por el ejército Israelí, alumnos de circo provenientes de las Favelas de Rio de Janeiro, miembros del EZLN en México, y personas sin hogar de las calles de Madrid. Y en todas estas esperanzas se ha declarado un convencido seguidor de: La risa como arma de construcción masiva.
Recordó cuando con Jango Edwards estaban desnudos en Santiago de Compostela a modo de Peregrinos para denunciar la 2ª Invasión de Irak, que salió en infinidad de medios españoles. Su desnudo ante el Muro de la vergüenza (Cisjordania 2011) pudo denunciar esta monstruosidad ante las cámaras de los medios de comunicación.
Bebido a tal hazaña con su detención y encarcelamiento en el aeropuerto de Ben Gurión, fue declarado por el Haarezt y por el New York Times como el payaso más famoso de España y como persona non grata junto a Noam Chomsky y Günter Grass. El Mundo se hace eco de tal consideración Gracias a su defensa de la risa y del clown como escudo humano.
“Hay otra historia cuando con Pallasos en Rebeldía fuimos de los primeros en llegar a Idomeni cuando más que un campo de refugiados era un mar de lodo en medio de la valla que separa Macedonia de Grecia. Justo ahí cuando llegaba en el transporte vi que la gente caminaba descalza lo que hice fue quitarme los zapatos de payaso y me fui caminar con la gente en el barro no había escenario ni nada, luego de un rato se conmovió al encontrarse con un niño de Sirio de nombre Mohamed quien camino hacia mi para regalarme sus tenis y me los daba eso fue muy conmovedor, porque me había visto descalzo y no quería ver al payaso descalzo, un niño refugiado que camina miles de kilómetros para llegar a un sitio con seguridad”.
¿Cómo le haces para no llorar?
“Lo primero que me pasa en esos lugares del mundo es que estoy en asombro ante la capacidad del ser humano por resistir y asombro porque la humanidad esta tejida de posibilidad y la creatividad que desarrollan como en la Franja de Gaza donde su sueño era montar un equipo de niñas de natación olímpica en un lugar que no hay agua y tampoco hay agua en la piscina que entrenan. Primero estoy en un estado de asombro permanente luego la rabia de ver injusticia, maltrato, los cuerpos, los Tomahawk que caen en Israel. El ver llegar a los cuerpos al hospital porque ahí nos alojábamos te produce rabia. Pero cuando estoy ahí doy todo, yo cuando veo que los niños aplauden y no huyen, digo vámonos con todo así nos acaben vamos con todo porque se me enciende ese fuego interno. Yo lloro, pero hablando aquí contigo, aquí si me emociono, cuando cuento las experiencias, pero allá, con la gente que sufre y la impunidad del poderoso que tiene la capacidad de hacer un genocidio, de ser los verdugos y colocarse en lugar de la víctima. He ido a la cárcel por se payaso, me he puesto frente a un tanque”.
¿Como ves en un futuro a estos chicos que se preparan en la escuela de Clown que diriges en Palestina?
“Hay tres escenarios el primero es que los maten lamentablemente esto le ha pasado a un compañero, el segundo que se conviertan en artistas de circo internacionales qué ya existen y la otra es que el circo les sirva para alimentar ese sentimiento de libertad interno, de creatividad, de resiliencia, aunque se dediquen a cualquier otra tarea en su vida con la fortaleza, disciplina y con el trabajo de un colectivo que siempre da el circo porque es de las artes comunitarias, nadie levanta una carpa solo”.
Finalmente le pedí un mensaje para todos quienes leerían estas líneas.
“Nosotros tenemos un fuego interior, un tambor, un espejo luminosos en el centro del pecho que cada vez que nos miramos a los ojos con otros seres humanos se enciende, condensa y supera todas las barreras que podemos imaginar y que esa luz de que estamos hechos, de ese mar de fuegos y de ese polvo de estrellas que somos podemos soñar y construir un mundo en el que valga la pena vivir y para eso la risa, la alegría, el abrazo, gozar la vida es una de las mejores estrategias que tenemos para vivir la libertad de que estamos hechos”.
Aquellas personas que estén interesadas, pueden contactar a info@pallasosenrebeldia.org o visitar la web www.pallasosenrebeldia.org
La columna de esta semana ha terminado pueden ir en paz.
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