Puebla, Pue. — En un lapso de menos de 24 horas, la zona metropolitana de Puebla fue escenario de cinco homicidios con características de extrema violencia. Los cadáveres, encontrados en los municipios de Amozoc, Cuautlancingo y Puebla capital, reflejan la crudeza de los enfrentamientos que se viven a puerta cerrada entre grupos criminales.
Amozoc: David y Valentín decapitados y abandonados
El primer hallazgo tuvo lugar a la altura de la autopista Puebla-Orizaba, donde los cuerpos de David N. y Valentín N. fueron descubiertos entre bolsas de basura y escombros. Ambos hombres habían sido reportados como desaparecidos en Tepeaca, y su destino final fue sellado con una violencia inusitada: ambos cuerpos fueron decapitados y abandonados, en un intento claro de enviar un mensaje aterrador a otros posibles involucrados o rivales de los grupos criminales locales.
El terror que invadió la zona de Amozoc también reflejó la crudeza con la que operan las bandas del narcotráfico. Las autoridades indicaron que los decapitados presentan signos de haber sido víctimas de un ajuste de cuentas de origen criminal, aunque aún se está investigando su relación con grupos como el CJNG o la Operativa Barredora.
Cuautlancingo: Cuerpo emplayado en Sanctorum
En Cuautlancingo, horas después del hallazgo en Amozoc, otro cadáver emplayado fue encontrado en la comunidad de Sanctorum. Este cadáver, como el de otras víctimas recientes en la zona, fue envuelto en plástico, una táctica utilizada frecuentemente por los carteles para ocultar la identidad de las víctimas.
Lo que resalta en este hallazgo es el modus operandi similar al de otros crímenes ocurridos en la misma zona: hace apenas unos días, los cuerpos de Joaquín N. e Itzel N. también fueron encontrados en circunstancias similares, lo que deja entrever que estos asesinatos podrían ser parte de una serie de ejecuciones relacionadas con guerras territoriales.
Puebla capital: Los Fuertes y el hallazgo de una camioneta con cuerpos encobijados
La jornada de violencia continuó en el municipio de Puebla, donde cerca de la zona de Los Fuertes se encontró una camioneta blanca con placas de la CDMX. En su interior, los agentes descubrieron al menos dos cuerpos encobijados, acompañados de un narcomensaje que parecía señalar la autoría de la organización criminal detrás de estos crímenes.
Este último crimen ha levantado más alarmas, pues los investigadores sospechan que el mensaje narco podría estar relacionado con la disputa de poder entre diversos grupos criminales operando en Puebla y su zona conurbada. La violencia no parece tener freno, y las autoridades han solicitado la cooperación de la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano para poner fin a esta ola de ejecuciones.
El hallazgo de estos cinco cuerpos en menos de un día ha dejado a la población poblana temerosa y con más dudas que respuestas sobre el futuro de la seguridad pública en el estado. La Fiscalía General del Estado y la Policía Estatal continúan con las investigaciones, pero el temor de los habitantes crece con cada nuevo crimen relacionado con el narcotráfico.
La violencia en Puebla reflejada en estos cinco casos, aunque no desconocida, ha alcanzado niveles preocupantes. La ciudadanía exige a las autoridades acciones más efectivas y un estrategia integral para frenar el avance de las organizaciones criminales que no solo desestabilizan la paz social, sino que ponen en peligro la vida de los pobladores.
La creciente amenaza del crimen organizado en Puebla
Estos cinco homicidios no son un hecho aislado. Puebla, tradicionalmente conocida por su cultura y patrimonio, está viendo cómo la violencia se apodera de sus calles, especialmente en las zonas conurbadas. Los recientes asesinatos, con signos evidentes de violencia extrema y la presencia de narcomensajes, sugieren que la guerra de carteles por el control del territorio está alcanzando nuevos niveles de brutalidad.
Mientras tanto, el Gobierno Estatal ha prometido redoblar esfuerzos para mejorar la seguridad pública, pero los resultados hasta ahora son inciertos. Los ciudadanos piden mayor presencia policial, estrategias de prevención y más atención a los problemas de fondo que alimentan la violencia, como el tráfico de drogas y la impunidad.
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