Han pasado 100 días desde que Pepe Chedraui asumió el cargo como alcalde de Puebla, y la ciudad parece estar atrapada en un curioso estancamiento. Mientras el discurso oficial presume logros y planes ambiciosos, los poblanos siguen esperando algún cambio tangible que les haga sentir, al menos, que el gobierno está trabajando. Por desgracia, si algo ha cambiado, no ha sido para bien: la inseguridad, lejos de disminuir, ha tomado un protagonismo alarmante. Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en este periodo los delitos de alto impacto, como robos y homicidios, han aumentado en un 15%.
En este panorama, las estrategias del gobierno municipal parecen más preocupadas por la persecución de los ciudadanos que por resolver las problemáticas reales. Desde multas excesivas hasta operativos de tránsito que parecen diseñados para recaudar fondos más que para ordenar la ciudad, muchos poblanos sienten que el gobierno está más enfocado en sus bolsillos que en su bienestar. Mientras tanto, en las colonias populares y el transporte público, el miedo sigue siendo un compañero cotidiano para los ciudadanos que salen a trabajar cada día.
El sarcasmo del momento es evidente: si la delincuencia fuera un sector productivo, podríamos estar hablando de un “gobierno exitoso”. En el Centro Histórico, el comercio informal sigue expandiéndose mientras los empresarios formales lidian con cobros y trámites burocráticos que parecen interminables. Y aunque el alcalde ha prometido implementar programas sociales y de desarrollo urbano, los avances reales son difíciles de percibir. Las calles siguen llenas de baches y los parques de basura, mientras que el Ayuntamiento continúa anunciando “iniciativas” que parecen más titulares vacíos que soluciones.
A los 100 días, los ciudadanos no piden milagros, pero sí señales claras de liderazgo y acción. Pepe Chedraui tiene aún tres años para demostrar que puede transformar Puebla, pero el reloj sigue corriendo. Ojalá que las cifras de delincuencia no sean las únicas que “mejoren” en el balance final de este gobierno. La paciencia de los poblanos no es infinita, y si algo queda claro, es que las promesas no llenan las calles de seguridad ni mejoran la calidad de vida. ¿Habrá un verdadero cambio? O al menos, ¿habrá alguien que explique a los ciudadanos qué pasó con las promesas de campaña?
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