En momentos aciagos de la República y de cualquier institución, las definiciones de último momento inclinan en fiel de la balanza. Hace muchos años que en este país se ha perdido la brújula política que fundamenta los principios de los partidos y que por encima de ello se han privilegiado los intereses personales, las componendas, o incluso la protección institucional a cambio del cariño que vendido caro en el amor, sirve de trueque para el empoderamiento de los grupos de poder.
Lejos quedaron los tiempos de definiciones claras y contundentes en donde la perspectiva organizacional, los documentos básicos y los estatutos de los partidos, eran la directriz de propuestas en las tribunas del Poder Legislativo.
Y es que hoy, al momento de escribir esta columna han transcurrido ya varias horas desde que en el Senado de la República se comenzó la sesión para discutir la Reforma Judicial tan mentada en los últimos días, en donde en la periferia de los comentarios se puso en tela de juicio su aprobación ante la falta, decían, del número necesario de senadores para que el partido en el poder tuviera la mayoría calificada.
43 Senadores faltan para que Morena cuenta con la mayoría calificada y con ella ver prácticamente aprobada la Reforma, si, ese número cabalístico para el país que otrora enterró el sexenio de Peña nieto quien ante la incapacidad política de enfrentar la desaparición forzada de los estudiantes de Ayotzinapa, comenzó la debacle de su mandato y hoy, ese mismo 43 vislumbra una probable derrota de Andrés Manuel López Obrador para detener el ataque a uno de los Poderes de la Unión; nada podría ensombrecer la intención de la oposición por frenar de una vez por todas esta acción de Estado.
El fantasma apareció la mañana del 10 de septiembre alrededor del medio día. La traición y otra vez, el beneficio personal por encima del interés colectivo, y ahora más que nunca, la contención para guardar y hacer guardar la Constitución que juraron, apareció cuando el Senador Yunes, anunció su licencia al cargo por cuestiones de salud, tomando el cargo como suplente su padre, otrora gobernador de Veracruz de triste memoria, quien a pesar de pertenecer a la fracción parlamentaria del PAN, dejo entrever que su voto, sería con el oficialismo.
Pero el daño no quedaría ahí, otro senador, de Campeche, ahora de Movimiento Ciudadano decidió cambiar de bancada al Verde Ecologista y ahora formar parte del bloque morenista, restando con ello dos votos a los necesarios para detener la Reforma.
Al momento del cierre de esta publicación, el Senado sigue deliberando, pero ahora, en sede alterna ante la toma de ciudadanos que ingresaron al recinto reclamando las irregularidades de una reforma que no resuelve los problemas de injusticia de este país, y mucho menos disminuye la corrupción que se presenta en todos los niveles gubernamentales, pero que peor aún, pone en vilo a la República y al estado de Derecho al pretender controlar el poder más técnico y específico que tiene un país democrático, si, ese que ha servido durante décadas para aplicar la Ley de Amparo y los principios enarbolados por Manuel Cresencio Rejón o Mariano Otero para proteger del abuso de poder a los más necesitados de justicia.
Ese país en el que el reclamo de Morelos fue que todo aquel que necesitara de justicia, tuviera un tribunal para escucharlo y protegerlo. Esas máximas que le dieron sustento al estado de Derecho mexicano, hoy están en vilo, y serán solo la conciencia de los legisladores en el Senado quienes determinen si quieren una República, o la regresión al momento en que México, solo hacia lo que el Presidente Decía, en su voto, la responsabilidad.
Mientras esto ocurre, te invito a que, “caminemos derecho”.